Aprovechando mi exilio en el
pueblo en mitad de la montaña no podía dejar pasar la oportunidad de coger un
poco de fondo en las piernas.
Así que ni navidades ni moñerías.
La misma mañana de Navidad allí que nos fuimos mi padre y yo, a lo alto de la
montaña a sentirnos exclusivos en nuestra aventura. Digo exclusivos porque en
esos momentos piensas “vaya tela… a saber cuántos frikis y yo estamos haciendo
esto un día como hoy”, pero te da satisfacción pensar que estás desafiando al
sistema navideño marcado por la inactividad, la sobre-alimentación y el exceso
de alcohol: OLE NOSOTROS.
Esta era la primera vez que a mí
se me ocurría ir a correr por montaña, si bien es cierto que el fin de semana
anterior habíamos hecho una pequeña salida pero en plan senderismo light.
Acostumbrada a correr casi al
nivel del mar y en camino prácticamente llano, no sabía ni me imaginaba lo que
tenía por delante. Habíamos pactado una ruta suavecita para empezar progresivamente
con la montaña, mi padre sí está más acostumbrado que yo a hacer distintos
deportes, yo por el contrario corro y corro poco.
Llegamos a la zona y lo primero
que veo es una cuesta ascendente y la media sonrisa de mi padre. Sí, ya veo la
ruta suavecita, pero no creas que me voy a rendir a la primera.
Empezamos muy bien, a 6min/km que
para ser yo es bastante rápido.
Lo primero que noto es que en las
cuestas noto el músculo de la pierna hacer más esfuerzo, el cuádriceps se
caldea que da gusto.
10 minutos y una cuesta un poco
más exigente, el ritmo que estaba llevando no era realista y casi voy andando. ¿Así que una ruta suavecita? Noto como una especie de cabreo empieza a invadirme
y no sé si es porque me ha engañado un poco con la ruta o porque me veo muy
verde.
Vamos a tomarlo como un reto, ya
que estamos aquí apechugamos.
Seguimos. El terreno es bastante
incómodo para el pie, las piedras y los desniveles me hacen tener que ir
pendiente de dónde voy a dar el siguiente paso. Pero esto lo termino yo, ahora
estoy picada.
Llegamos a una zona de bajada.
¿Ves que ruta más maja? A mí casi no me da para hablarle pero estoy enfadada,
esto no era lo que yo había imaginado, no te insulto porque eres mi padre pero
qué cabreo llevo.
Ahora toca subir de nuevo y ya queda
menos para dar la vuelta, última cuesta de nuevo un poco exigente. Ya llegamos.
Paramos un poco y noto como mi corazón y mi respiración no dan para más. Parece
que estoy hiper-ventilando. ¿Tan verde estoy?
De eso nada, vamos a seguir y
terminamos. La vuelta un poco más suave porque es casi todo bajada. Será
psicológico o no sé, pero noto que ya no me cuesta correr, las piernas no las
noto cansadas, sólo la respiración y las pulsaciones que menos mal que no traje
pulsómetro porque creo que están por las nubes.
Empiezo a disfrutar y ya empiezo
a sentirme bien, puedo notar las endorfinas por mis venas.
Última cuesta. En mi cabeza sé
que no queda mucho así que en esta lo doy todo, quiero terminar épicamente.
Apenas son 100m pero noto que si bien mis piernas resisten, mi respiración
suena como la de un señor mayor fumador.
No importa porque ya estoy arriba.
Toca bajar y recuperar. Ya puedo ver el coche. Llegamos al final y celebramos.
OLE YO Y MI PRIMER INTENTO DE
MONTAÑA.
5.36 km en 40minutos. Un desnivel
de 178m a una altura de 1265m.
No entiendo mucho de números en montaña, realmente no sé si está bien o mal. Sé que he ido bastante lentita
pero estoy contenta porque me ha costado hacerlo y ese es mi objetivo,
esforzarme y superarme, a mí, no a Kilian Jornet.
¡¡VAMOS!!